domingo, 13 de marzo de 2011

Las mandíbulas que dominaron Europa

 
La hiena gigante de Orce llevaba en la boca uno de los mejores inventos de la evolución y sabía cómo usarlo. Las mandíbulas de este animal, del tamaño de una leona actual, eran las más potentes que ha tenido nunca un mamífero carnívoro, según indica un nuevo estudio basado en fósiles desenterrados en Granada. Con ellas era capaz de robarle la presa a un tigre dientes de sable y matar de hambre a los homínidos, con los que competía por carroña y, sobre todo, por el nutritivo tuétano del interior de los huesos.

Aquellas mandíbulas "tenían diez veces más fuerza que las de las hienas actuales y podían reventar los huesos de un elefante de 10 toneladas", explica Paul Palmqvist, catedrático de paleontología de la Universidad de Málaga y coautor de un nuevo estudio sobre este carnívoro sin par al que los expertos conocen como Pachycrocuta brevirostris.

Los nuevos datos provienen de Venta Micena, parte de los yacimientos granadinos de Orce. La zona es una mina de fósiles única en Europa donde se han desenterrado cráneos, mandíbulas y otros huesos de hasta 14 hienas gigantes. Aunque se trata de una de las colecciones más ricas de Europa, son sólo migajas comparado con los 17.000 fósiles de grandes mamíferos que han salido de los barrancos de Orce. Muchos de estos huesos son testimonio de los festines de la reina de la carroña.

"Lo que encontramos son los basureros que dejaron en sus antiguos comederos", explica Bienvenido Martínez-Navarro, investigador del Instituto de Paleontología IPHES y coautor del nuevo estudio, publicado en la versión digital de Quaternary International.

Aquellos osarios de hace 1,5 millones de años han servido para reconstruir al detalle la anatomía de la hiena gigante y llegar a la conclusión de que estos animales eran exclusivamente carroñeros y estaban construidos físicamente para ello, algo que aún no convence a todos los expertos.

La hiena gigante habitó una Granada muy diferente a la actual. Los barrancos pelados de Orce eran entonces una zona de charcas cercanas al lago de Baza, de unos 50 kilómetros de largo. "Lo más parecido que existe actualmente son las Tablas de Daimiel", explica Martínez-Navarro.

Allí se vivía como en un documental sobre África. Había enormes hipopótamos paticortos, elefantes, rinocerontes, búfalos y bisontes. Escondidos entre la maleza acechaban los antecesores del jaguar, dos especies de dientes de sable, además de los ancestros del amenazado oso pardo. Vigilando cerca de los abrevaderos, también estaba la hiena granadina esperando su oportunidad.

El estudio, "el más completo que se ha realizado hasta la fecha sobre la hiena gigante", según Martínez-Navarro, estima que el animal pesaba 110 kilos. Pero, a pesar de su potencia, no había nacido para cazar, según el trabajo. "Era paticorta, con extremidades muy robustas que eran útiles para descuartizar, pero no para correr", señala Martínez-Navarro. Por eso la brevirostris era "la supercarroñera", como la denomina el experto.

Durante décadas, los expertos han debatido sobre el comportamiento de esta hiena, cuyo predio se extendía desde China hasta España. Muchos trabajos mantienen que el negocio de este animal era exclusivamente la carroña. Otros apuntan que un cuerpo tan poderoso y temible debía servir también para cazar, como hacen hoy las hienas manchadas de África, que aún tienen el mordisco más potente de la sabana pero pesan 45 kilos.

Cuando alguno de los grandes carnívoros que acechaban las manadas abatía una presa, la hiena se ponía en movimiento. En ocasiones devoraba lo que dejaban los licaones o los tigres, que no podían masticar huesos. En otras había pelea. "Con su tamaño eran capaces de arrebatar las presas a cualquier depredador, incluso un dientes de sable de 200 kilos", señala Martínez-Navarro. Al contrario que los felinos, se piensa que las hienas gigantes actuaban en grupo, lo que aumentaba su efectividad.

"Era el competidor directo de los homínidos; si accedían a un cadáver dejaban muy poco para los demás", explica Juan Manuel Jiménez-Arenas, arqueólogo de la Universidad de Granada y coautor del estudio. Ambos perseguían el gran aporte nutritivo del tuétano y los sesos.

Las marcas en los restos de las presas muestran que las hienas se llevaban los huesos largos de las patas a sus cubiles para allí reventarlos a placer. Por otro lado, la excepcional potencia de sus mandíbulas, sin igual entre felinos y cánidos, hace pensar a los autores que este animal se había especializado por completo en consumir carroña.

"Su cuerpo sí estaba hecho para cazar y nosotros pensamos que este animal era algo más cazador de lo que señala el estudio", explica el científico de la Universidad de Liverpool (Reino Unido) Alan Turner, adalid, junto al paleoartista y paleontólogo español Mauricio Antón, de que la hiena brevirostris también era cazadora. "El hecho de que demuestren cómo carroñeaba no quiere decir que no abatiese las presas por sí misma", incide Antón, que ya prepara un estudio para desdecir al equipo de Orce.

Muerta por ladrona

Hace 800.000 años, el clima y el oportunismo acabaron con la hiena gigante. Las temperaturas se hicieron tan frías que la mayoría de los grandes mamíferos se extinguieron. Entre ellos estaban las dos especies de dientes de sable de las que la hiena solía robar gran parte de su dieta, lo que le llevó a la desaparición, según el estudio de Orce. En su lugar llegarían las crocutas, las hienas actuales, que eran "generalistas" capaces de cazar y carroñear, lo que les granjeó la supervivencia. En Europa se quedaron "hasta hace cuatro días", como lo expresa Martínez-Navarro. "Habitaron en nuestro continente hasta hace unos 8.000 años", señala. "Fue entonces cuando el hombre comenzó a cultivar la tierra y a echar a cualquier carnívoro que le entorpeciera", concluye el experto.


http://www.publico.es/ciencias/365538/las-mandibulas-que-dominaron-europa

Karina Rubio
C.I: 17.678.915
EES

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